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Los fuegos de la noche


sagitario blues

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http://sagitarioblues.blogspot.com.ar/2016/07/los-fuegos-de-la-noche-capitulo-1.html

 

Los fuegos de la noche: Capítulo 1.

Cuando uno se tiende en la noche bajo las estrellas el débil parpadeo de los astros inflama el alma de pasión por el misterio que trasuntan. Saber qué es eso que allá brilla; qué eso que, intimo, profundo -en el más antiguo de los sentidos, es decir, lejano-, nos dio vida. En esos momentos las miserias del mundo quedan atrás y la mente se deja llevar, se alza en pos de una belleza que las palabras no pueden ni deben asir, porque la limitarían. Asimismo, cuando uno se sienta en la noche frente a un fuego, el crepitar de las llamas, el denso chisporroteo que se desprende de una braza al caer nos sume en una introspección similar a la anterior. Sólo que ahora parece que nos miráramos ante un espejo curioso, hecho de formas cambiantes, sinuosidad de lenguas rojas, naranjas y blancas que nos dice: Nada es para siempre, solo el cambio, el baile de las apariencias, la trasmutación de eso que llamamos materia en energía y viceversa es lo que subyace, y eso es todo, amigo, amiga. Por eso: mira las estrellas, mira las fogatas, mira los fuegos de la noche, nada hay más allá.

Hace años leí sobre una cosmogonía para la cual las estrellas son orificios en una piel que cada noche cubre el fulgor del día. La idea es sugerente y, en parte, cierta: El brillo puntual de cada estrella, común a todas. Veremos más adelante pruebas acerca de que existen estrellas de diversa naturaleza, y esto solo da por tierra con el anterior planteo, por supuesto, por obviar las muchas objeciones posibles. Sin embargo, lo que es común a todas es el motivo por el cual brillan. De modo qué, si bien hoy no creemos en una piel que cubra el día, a través de la cual se vea el fulgor ubicuo del sol, sí aceptamos que cada estrella brilla por un mismo motivo: una misma razón física las enciende y las mantiene activas. Esta es la similitud que veo entre nuestro saber y el de aquellos lejanos hombres que explicaron sus inmensas noches sin auxilio de la ciencia.

Por otra parte, ¿Durante cuántos años los seres humanos creímos en que las estrellas fueran un fuego nocturno y lejano? Si lleváramos la historia de la especie a una escala de tiempos que, desde las sabanas del África -nacidas por la fractura del Valle del Rift- hasta el colisionador de hadrones de Ginebra, bien podría responder: Siempre. Hace muy poco tiempo que hombres y mujeres intentan explicar el mundo por medio del actual pensamiento científico. Es más, muchos de nosotros aceptamos esas respuestas basadas en números, repeticiones, estadísticas, aunque en realidad no poseemos los rudimentos de tal pensamiento científico. En las escuelas, incluso, podría decir que apenas existe el método y por ello más de un intelectual ha advertido sobre el peligro que acecha a la sociedad global: Un mundo dominado por la ciencia, formado por ciudadanos que desconocen la ciencia.

Cuando muestro el Sol a las gentes por medio del telescopio, me dicen: El sol es de fuego.

El fuego está formado por partículas incandescentes que emiten luz y calor.

El humo está constituido por esas mismas partículas solo que estas han perdido temperatura y ya no radian.

Las llamas ascienden porque las partículas incandescentes son alzadas por moléculas de aire caliente en convección.

Convección es uno de los fenómenos físicos por medio del cual la energía térmica puede ser transmitida. Cuando hierve agua dentro de una olla vemos burbujas de agua formarse en la base y alzar a la superficie. Estas burbujas, formadas por agua a mayor temperatura que el resto, ascienden hasta que en contacto con el aire entregan su calor y se enfrían. Al enfriarse descienden y el fenómeno recomienza. El material que se calienta pierde densidad y asciende empujado por el más denso (frío) que tiende a descender por gravedad. Estos gases, líquidos o magmas, capaces de producir convección, forman columnas independientes de ascenso y descenso. Por convección se calienta el agua dentro de una pava para el mate; se templa el ambiente de una habitación; se quiebran las placas tectónicas y, por convección, una estrella como el Sol trasmite temperatura (energía) desde su región central hasta la región desde la cual el astro emite luz, esta es: la fotosfera.

Pero el sol, lamento siempre decir, no es de fuego.

El sol está formado por hidrogeno (H) y helio (He) en estado de plasma.

El hidrógeno y el helio son los dos elementos más livianos de la tabla periódica. Los elementos son los ladrillos que forman la materia. Tales son: el oxígeno que respiramos, el hidrógeno del agua, el hierro en la sangre, el carbono que asa nuestros asados. Los que hicimos la secundaria sufrimos la tabla periódica de Mendeléiev. Dicha tabla -en realidad apasionante cuando la abordamos motivados por la astronomía, entre otras ciencias- comienza con una H que simboliza el hidrógeno, el primer elemento, el más liviano, el menos masivo, el más abundante en el Cosmos conocido. Las estrellas están formadas por hidrógeno. Las nubes de gas que ornamentan los brazos de las galaxias están formadas por moléculas de hidrógeno (H2). Los modelos físicos actuales proponen que dicho H fue creado poco después del Big Bang, cuando el Universo se enfrió lo suficiente como para permitir ligazones sub atómicas (tal inicio, si existió, fue un fenómeno en absoluto energético, sin condición suficiente para estructuras atómicas estables). Quince mil millones de años después, ese hidrógeno primigenio, condensado en esferas incandescentes, es el que sigue iluminando nuestras noches.

Estado de plasma es un nivel energético de la materia. Los estados definen la cantidad de energía que poseen las moléculas y átomos que constituyen substancias y o elementos. Los estados sólido, líquido y gaseoso tradicionales, son estados sucesivos de creciente energía. El plasma es el cuarto estado de la materia. Por supuesto, hay otros estados, de menor energía que el sólido y de mayor energía que el plasma. Sin embargo para describir lo que vemos a simple vista o con telescopio nos alcanza con estos cuatro: sólido, líquido, gaseoso y plasma. En el estado sólido las moléculas forman estructuras estables y los cuerpos adoptan formas propias; en el estado líquido los fluidos adoptan la forma del recipiente que los contiene y su superficie tiende hacia el centro gravitatorio del astro que los sustenta, por ello decimos que dichas superficies se mantienen horizontales; en el estado gaseoso los elementos tienden a ocupar todo el espacio posible; en el estado plasmático, la energía aportada al elemento logra disociar los constituyentes atómicos.

La materia está formada por moléculas. Una molécula es una estructura formada por átomos. Los átomos son la base del mundo físico -para nuestro nivel de entendimiento. El H es un átomo si lo analizamos en particular, pero puede formar moléculas si puede unirse a otros átomos. Dadas las condiciones de temperatura o presión necesarias, dos átomos H se unen entre sí; es entonces cuando a esta nueva disposición le llamamos hidrógeno molecular o H2. Las nubes de las que hablé antes, sembradas en los brazos galácticos, que pronto aprenderemos a observar, están formadas en su mayoría por hidrógeno molecular.

La forma espacial o física del hidrógeno suele ser representada por una piedrita central, orbitada por otra piedrita miles de veces más liviana. Sobre las cuitas existenciales de estos guijarros es que descansa el mundo. Aunque resulte increíble, esto fue propuesto por pensadores griegos hace 2500 años. Cuando digo piedras, hablo de las partículas protón y electrón (y otra llamada neutrón, que ya hará su entrada).

Un átomo de H es una estructura signada por campos de fuerzas que ligan a un protón con un electrón. Debido a ciertas pistas observables (las pistas son observables a simple vista; los átomos, no), los protones son imaginados como portadores u orígenes de carga positiva (+) y los electrones como portadores de una carga similar pero opuesta, es decir, negativa (-). Un átomo formado por un protón + y un electrón – (llamado H o protio) es un átomo en equilibrio de cargas (=).

Un átomo en equilibrio de carga es un átomo estable para lo que nosotros, ínfimos seres vivos, consideramos útil. Sin átomos estables, la vida que conocemos es imposible… porque nuestras células están formadas por átomos estables. Por supuesto, para las estrellas es justo al revés, ellas no existirían sin átomos inestables, sin átomos desequilibrados, sin plasma.

El Universo, por parafrasear a un genio, odia los desequilibrios. De modo que, cuando un átomo pierde su equilibrio de cargas tiende de inmediato a restituirlo. Esta obsesión de la naturaleza por no perder su equilibrio fundamental rige el funcionamiento de las estrellas, y acaso del Cosmos.

Para que un electrón escape de su lazo con el protón, el elemento debe absorber energía; como complemento, cuando el electrón regresa a casa, como sucede en la fábula del hijo pródigo, papá Adán inmolará unos cuántos carneros y tal holocausto será percibido por los observadores por la radiación emitida (es decir: debe perder energía).

Las energías necesarias para arrancar electrones a un determinado átomo (absorbidas) siempre serán equivalentes a las energías radiadas (emitidas) por esos mismos átomos en el momento en que recombinen nuevos electrones. Podemos verificar que esta paridad energética en procesos inversos es una constante para cada átomo y por cada impulso que afecte a los electrones.

Mirar plasmas.

Cuando miramos a nuestro alrededor, vemos la luz dispersada del sol. Esa luz ha sido emitida por plasmas solares unos ocho minutos atrás.

Cuando miramos la noche estrellada vemos la luz emitida por plasmas que forman las estrellas. Esa luz ha sido emitida años atrás. En algunos casos, centenares de años atrás; en otros, miles de años antes de que pisáramos la tierra. Si miramos una cierta y débil manchita llamada Andrómeda, estaremos viendo una luz generada por plasmas que brillaron dos millones de años atrás.

Qué maravilla. Mirar, es viajar en el tiempo.

Continua.

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Al observar "LOS FUEGOS DE LA NOCHE",se me alteran los sentidos,y advierto que estoy siendo herido buenamente,en lo mas profundo de mi ser,por metralla de diamantes.Gracias por compartir esta explicación científica.Saludos,César.

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Gracias a ambos, amigos, qué bueno que les gustara, y que comentaran al respecto. Sí, los fuegos de la noche, y ahora recuerdo o viene a la mente Todos los fuegos el fuego. Codo, la metralla de diamantes ¿es frase tuya? me la prestás?

Saludos a ambos.

Sergio

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Si Sagitario blues,...la frase es mía,y pertenece a un sencillo poema de mi autoría,que en una de sus partes dice,..."la noche extiende su negro y silencioso dosel,..decorado con"metralla de diamantes",...y al levantar la vista la cielo,..nos apacigua el alma...,al tiempo que nos intimida con su extrema belleza".Si te parece de valor,úsala con toda libertad,que es para mi un honor,gracias por compartir tan extenso informe científico.Saludos,buenos cielos,y cuídate,Atte.César.

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César, está muy bueno, che, y justo ayer, leyendo a JJ Clariá y  Dante Minniti, en su nuevo libro Nuevos Mundos -ed Comunicarte-, tomé conocimiento de que teóricamente existen mundos de diamante. Mi padre me había contado, cuando no sabía nada yo de cielos (..¿sé algo ahora? jaja..) que había en él estrellas de carbono que daban lugar a núcleos de diamante. Pero ayer Clariá me contó que los planetas de carbono tendrían un nuclleo de diamante, rodeado de grafito. La clave sería que sean sus atmósferas muy pobres en oxígeno... Corrijo: ya se conoce el 1er  planeta de diamante: 55 Cancri-e .

Bien todo esto es cháchara, tu poema es magnífico.

Saludos y muchas gracias por compartirlo.

getBookImg?attachmentId=4769&height=250

http://www.comunicarteweb.com.ar/fichaLibro?bookId=1251

 

Este libro es MUY recomendable. Muy agradable su estilo y completa su info. Ni una sola fórmula, salvo la famosa de Drake.

Sérgio

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Hola Sérgio,como estás?,muchas gracias por tu opinión(jamás supe de estrellas de diamante,vos me enteras del asunto)..te comento que estas sencillas lineas poéticas,tiene junto con otras de la misma temática,el mérito(si les cabe),de mi tendencia a observar el cielo nocturno con asombro,ya desde los 5 años(viviendo en Campana),acostado en la vereda al fondo de mi casa,largos ratos;estoy hablando del año 49/50,más o menos.Cuando ya adulto,(y sin ahondar en el tema religión),descubrí leyendo la biblia,que existe un creador del universo,y que tiene un nombre propio,"JEHOVÁ".Relacionando los explicitado en este libro,con declaraciones de A.Einstein e I.Newton,razonando ambos,en que las cosas que existen en el universo tuvo que ser diseñada y realizada por alguien,no es casualidad tanta precisión y lógica en lo que vemos(los resultados,en toda rama de la ciencia lo demuestra),la precisión y equilibrio del sistema planetario por ejemplo,no puede ser casualidad.Todo esto me despertó a una realidad que difiere grandemente con el concepto de la evolución,y me ayudó a dar el valor que realmente tiene el universo de cosas que nos rodean.Bueno,dejando la cháchara de lado(como tú dices),te mando un abrazo,agradecido por el libro que me recomiendas,cuídate,buenos cielos,saludos,César.

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Sin duda que compartimos placeres, entonces, porque amo observar el cielo.

Con respecto al orden y lo causal que parece subyacer detrás de esa belleza, es larga la historia en nuestra literatura. Borges decía que los libros cosmogónicos eran sin duda una rama de la ciencia ficción. Tu sabes cómo era ese señor, de curioso con sus opiniones.

Los científicos de muchas épocas han buscado siempre una fórmula que lo explicara todo; desde Laplace, quien creyó que las leyes newtonianas podían narrar tanto el pasado como el futuro del cosmos (y por ello previó los agujeros negros, 200 años antes que A. Friedman); Einstein, que se opuso con tenacidad al "libre albedrío de la materia" que subyace en la cuántica; y los revolucionarios trabajos de los teóricos modernos que buscan las TGU (teorías de la gran unificación).

Si esas teorías aparecen y el cosmos se explica algún día por un solo símbolo o número (como creían los cabalistas), no lo sé, ni espero que suceda, pues no habrá ya nada que buscar.

Si me gusta el cielo es porque abre ante mi un infinito de preguntas.

 

Viendo lo que cuentas, te recomiendo mucho el libro Impresiones Cósmicas, del físico teórico Thirring. Este libro logra un muy buen blend con conceptos científicos y la natural y firme creencia del autor en un ser superior. Es muy bueno, me ha mantenido horas despierto, tratando de ver las cosas como el las explica. Es un libro excelente para cualquier lectura de aficionado, créeme.

 

Saludos, trataré de cuidarme,

Sergio.

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Sergio,...en realidad no soy un lector compulsivo,ni tampoco analizo en"teoría"las cosas que me interesan,(soy muy laxo en ese sentido)..mas bien,me manejo practica e intuitivamente.Me cuesta entender lo intrínseco de las cosas,y mas cuando se requiere usar la matemática,..necesito ver un plano,un esquema para entender;por ejemplo la electrónica,no está compuesta por un mecanismo corpóreo;pero cuando veo un diagrama de como las galaxias,coexisten,unidas invisiblemente por lazos electromagnéticos,formando una especie de telaraña para equilibrar sus posicionamientos en el espacio,...entonces entiendo mejor el asunto.Te mentiría si dijera que voy a adquirir los libros que me recomiendas(por ahora),..hoy día estoy enfrascado en aprender a tocar el piano,y, entender mejor cuestiones relacionadas con lo astronómico,(que tantos dolores de cabeza me dan),...también mi gran pasión de siempre es la música antillana;cuando joven,fui cantante de cumbias,cha,cha,cha,guaracha,guaguancó,boleros,y también percusionista,y en este momento estoy investigando la complejidad de la rumba cubana,principalmente ejecutada con cajón;así que tengo el tiempo ocupado.(y sin contar lo que me demanda mi oficio).De todas maneras,muchísimas pero muchísimas gracias,por tu interés de yo pueda entender cuestiones que ignoro,mediante la literatura que me recomiendas.Sergio,...sos un capo profundizando en asuntos que superan mi entendimiento te agradezco una vez más,te mando un apretado abrazo,lo mejor para vos y tú Flia,gracias por tu amabilidad,saludos,César.          

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