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Mendoza Parte 2. (Mndza reloed)


sagitario blues

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Apenas tocamos San Rafael -mi Moni de copilota- llamé a Rodolfo Ferraiuolo, uno de los escritores del genial Exótico Cielo Profundo. Miguel y yo te pasamos a buscar mañana por la noche, vamos a la montaña y observamos, no te ocupes de nada, llevamos vituallas, me dice. Uff, al cortar me tembló la mano. Exótico cielo profundo fue el primer libro que adquirí para el Taller de Astronomía Juan Carlos Galarza, de Bigand. Me lo envió Enzo De Bernardini desde Buenos Aires. Exótico fue –y es- mi primer guía de observación. Es un broli ex ce len te. Vas paseando por el cielo con los comentarios y los datos precisos, con los mapas y las imágenes. Te lo garanto, con ese texto puedes ser feliz muchas, muchas noches de tu vida y a todos se lo digo. De pronto, saber que con uno de sus demiurgos iba a salir a mirar, lo tomé -y lo guardo en el corazón- como un privilegio.

Como apostilla, dos detalles: ya conté que mi pago se ha visto revolucionado, que mi óptica storage no para de vender teles y que lanzamos las plazas astronómicas allí también. La cosa es que llegando a San Rafael suena el nokia: hola, Sergio, estas en Mendoza?? Traeme un libro de las estrellas, cuando vuelvas te lo pago, me dice Cristian.

A mi amigo Cristián lo rescatamos del tedio anterior. Tenía un Hokenn 70/900eq1 juntando telarañas. Fuimos a por él y lo enfrentamos de nuevo a las estrellas. Salimos tras la senda de David Vincent. Vino al taller, hablamos, me mostró sus estrellas de carbono, tan hermosas, le pedí que me ayude en cada aventura, le hablé de Exótico. Anoten: esto sucedió el martes.

San Rafael es una linda ciudad que ha crecido de un modo increíble desde el año pasado. Hay casas hasta en la sopa. Cuando llegamos, empezamos a buscar un sitio aparente. Quería yo dar con algo alejado, para hacer unos tiritos con Candela, pero tantos turistas alvertidos habían ocupado todo. Esta época de la Argentina será recordada cómo la mejor, lejos. Solo Binner, dentro de cuatro o cinco años, acaso pueda superar a esta Mujer. En fin, a gastar y a recorrer se ha dicho y por eso tuve que conformarme con una pieza nada despreciable del Family inn, sobre la ruta, frente al aeroclub, con piletita y tute le fioque.

En los pagos de don Iselín, el martes visitamos amigos y parientes, y pateando librerías conseguí un texto buenísimo que ya les recomiendo: Elogio del desequilibrio, de Marcelino Cereijido. Más de una frase te deja rumiando, lo cual en mi concepto lo hace un libro imperdible. Sépanlo, amigos, después de la experiencia y los nuevos amigos, me traje dos gemas de cuyo: Exótico y Elogio.

Al fin llegó el miércoles y de él la hora 2130. El que suscribe parado en la vereda del Family inn con su maleta y sus expectativas. En eso, mensaje en el celu: me compré un hokenn 114/900 eq2¡¡¡¡ Es Cristian, claro ¡¡¡¡ Guau¡¡¡¡ Menos de un día sin noticias suyas y con esto me desayuna¡¡¡¡

¿Se dan cuenta, amigos, el poder del entusiasmo? No acabo de disfrutar toda esa alegría cuando enfrente aparca un Escort verde y se baja una sonrisa franca: Rodolfo. Nos abrazamos y cargamos la valija. Miguel viene después porque anda con mucho laburo, me dice. Miguel iba a traer un Dobson, así que cargamos a Candela, al fin y al cabo. En la valija duermen los Meade 9x63 y la XS. Y dos sorpresas para los muchachos.

Partimos rumbo a Sierra pintada, bajo un cielo de nubes negras y altas. Las nubes en Mendoza son increíbles. La gente simple como yo, la gente que vive bajo el imperio de Monsanto en la llanura, está acostumbrada a ver nubes horizontales. Todas ellas condensan y se forman a una misma altura y uno puede ver dos horizontes: el verde triste de la soja -que nos mata- y el blanco algodón del cielo –que nos ignora. En Mendoza las cosas son de otro modo. Los vientos allende la montaña empujan las nubes hacia este lado, y estas ascienden en diagonal hasta estabilizarse muy arriba. Ver esos cúmulos formarse y moverse oblicuos es cosa que acojona. Me tiré un buen rollito de fotos en ese devenir gaseoso.

Dentro del Ford acometo con todo tipo de preguntas. Es que quiero saberlo todo, cómo se forma un hombre para que luego de a luz un libro como ese. Me cuenta, me cuenta con humildad y simpatía parte de su vida azarosa y plena. Eso es tener noche, dios. Rodolfo ha observado en muchos cielos, amigos. En muchos. ¿Qué será haber visto las estrellas de todos los países? Recuerdo una frase memorable de una peli memorable: yo he visto naves ardiendo en el cinturón de Orión... uff, dios, mío. Cuánta cultura al alcance de la mano¡¡¡¡ Cuánta buena, buenísima literatura puede leer un hombre en sólo una vida???¡¡¡ Phillip Dick, of course, de la novela Sueñan los androides con ovejas eléctricas??? Luego el cine yanki hizo un popurrí de ella y la editó con el fácil nombre Blade Runner, haciendo hincapié en lo menos loable de la obra: la criminalidad y el gatillo fácil del héroe. De todos modos, la escena en la que Rutter Hauer pronuncia esta frase es buena.

Andamos kilómetros bajo un cielo qué, milagroso, se limpia sobre nosotros (en realidad, la tormenta vira y cae sobre otras localidades). Por fin nos detenemos en medio de la nada, del otro lado de una mina que hurga uranio y amenaza con envenenar el valle. La población ha logrado detener momentáneamente la excavación. Bajamos el tele, los binos y los trípodes. Rodolfo saca un sillón que es la lo cu ra¡¡¡¡ Por dios, amigos¡¡¡¡ Eso es estar sentado. Sobre esa silla, ¡que me lleve puesto el 2012, lo juro!

Armamos Candela y comparamos el 15x70 de Rodolfo con el 9x63. Dice que no le disgusta el mid, pero que si lo mío es la divulgación astronómica debí haber comprado más 7x50s. Tiene razón, quizá, pero ocurre que, además de divulgar, gusto de observar. Y meterle el ojo a los larguiruchos es genial.

Seguimos la charla en la creciente noche blanca de estrellas. Soy nuevecito en esto, pocos cielos he visto. Ninguno como ese de sierra pintada. Las estrellas del brazo galáctico envueltas en esa miríada que percibimos como halo o nube clara... Uff. En Uspallata también era bueno, el alto, pero aquí las estrellas eran más. El saco de carbón, negro como mi conciencia.

Al rato, una luz que crece: Miguel llega en su partner. Miguel es alto y es delgado, y es amable. No puedo dejar de sentirme extrañado por el trato, tan esmerado que dispensan esos monstruos. ¿Será el aire que allá se respira, que al ser más puro, más puras son sus almas? Pero no sería así con los porteños, que viven inmersos en smog. Aunque Farid es genial y también labura en una de las mejores –la mejor- zona del mundo. Hummm. Leonardo Julio es igual y vive en La pampa. Ya me pongo a elaborar una teoría que justifique el humor de los astrónomos según el aire que respiran. Lo dejo para otra nota.

Rodolfo abre la tapa trasera de su peugeot (giyo, se le decía antes) y hace su entrada triunfal Martín Pescador de estrellas, el SW Dobson 200/1200. Lo trae atado con soguitas, nomás. Total dice, si se descolima te tengo a vos, Rodolso. Rodolso es Rodolfo, nombrado por la hija de Miguel. Miguel tiene también un hijo: Martín, of course.

Bajamos al ave blanca y entonces doy de lleno con el ocular más grande que jamás haya visto: el mate. Uff. Mide más que dos nidos de gorrión y pesa como un pterodáctilo –por continuar con las analogías ornitológicas. En mi vida volveré a ver por un aleph así. Son equipos de locura, muy onerosos, que a veces solo se consiguen en los iunaited; y por mí los iunaited pueden irse al cielo. Salvo que yo me haga rico y pueda ser como ellos –los yankis-, un asqueroso capitalista lleno de telescopios y de oculares y de monturas y de cámaras y de binoculares y de todo, tooodo para mí.

Uff. A veces me disloco el intelecto. Sorry.

Cenamos bajo ese cielo, regular -según ellos-, unos sándwiches riquísimos y bebimos orange and sprite. Miguel y Rodolso trabajan reparando celulares. Los celulares son algo así cómo el cuento de la buena pipa, la cosa con ellos no termina nunca. Si no se rompe esto por suerte se rompe lo otro, sumado eso a que los usuarios les damos un trato de suegras... el trabajo sobra.

Oyéndolos, te percatas de su amistad. Con Cristian y con mis amigos de ralea tengo ese trato, en mi pago. Pero esto es sólo por comparar. Allí ambos me hicieron sentir uno de ellos, otro amigo. Tan contento estaba que no me aguanté a darles el regalito, sendos cofrecitos del tesoro.

Los cofres son frascos y contienen rodajitas de naranjas en almíbar, hechos especialmente por Moni a mi pedido para agasajar a toda esa gente. Las naranjitas de Moni traen cola, amigos. Los que estuvieron en el Conciliábulo de Bigand saben de qué hablo, pues con ese manjar desayunaron. Ya marcos me mandó un sms destacando el valor de esas monedas.

Toda vez que llenamos la panza, le dimos a lo nuestro: los objetos del cielo. Uno tras otro fueron cayendo los messieres tras los clavados del Martín Pescador. Comenzando por la cuarenta y dos (¿todos arrancamos por ahí?) le dimos duro hasta dar con la blue y el triplete. Por supuesto, Carina fue un espectáculo y la arañita me dio pie para hablar (qué raro) de cine. Aburrí a los muchachos con los detalles de la primer peli en la que trabaja Clint Eastwood: Tarántula. Un filme de Jack Arnold para la industria de la CIA (hollywood), necesitada de pelis que laven las culpas colectivas por haber arrasado Hiroshima y Nagasaki. Mientras allá quemaron en un segundo a 200.000 personas, acá en California un arañita de morondanga recibía rayos nucleares y se convertía en un súper monstruo que asolaba el buen pasar de esa gilada del pueblo norte. Bueno, para eso están los amigos, che, para tolerar las pequeñeces de los demás.

La observación, prevista para unas tres horas, nos ocupó seis. Los muchachos ya hacían cuenta a esa hora sobre su laboro de la jornada. Rodolfo es empleado y argumentó que bien podía llegar más tarde, no era de él, dijo, la mayor responsabilidad. Miguel es patrón y explicó las mismas razones, qué labure el empleado que para algo él era el dueño del boliche. El único problema: Miguel es el patrón de Rodolfo!!!

Uff, amigos, la armonía de las esferas sufría aquí un leve traspiés. Juro que si algo supiese de arreglar demonios con chips, hubiese abierto yo el negocio.

A las tres me deja Rodolso frente al hotel. Qué cita me di el gusto de tener. Le pido que me autografíe los libros que llevo para Santa fe y escribe cosas muy bonitas, acaso no todas ciertas.

Gracias, muchachos, la pasé de fábula. De hecho, hoy, le digo a Moni: Moni, pasé una de las mejores semanas de mi vida.

Sergio Galarza

Didáctica de la Astronomía.

Proyecto sagitario en Bigand, Chabás y Casilda.

www.sagitarioblues.blogspot.com

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